sábado, 21 de agosto de 2010

Secretos del almuerzo de Duhalde con Blaquier y los grandes empresarios

Destacados empresarios kirchenristas como Gerardo Werthein, Adelmo Gabbi y Gustavo Cinosi, participaron de un inquietante almuerzo de los hombres de negocios más importantes del país con Eduardo Duhalde en la mansión de Carlos Pedro Blaquier.

La Torcaza es la espléndida casa que Carlos Pedro Blaquier tiene en las Lomas de San Isidro. Allí entró, el jueves pasado, Eduardo Duhalde a un almuerzo. Lo esperaban 22 empresarios de primera línea. Entre otros, banqueros y hombres de negocios como Juan Bruchou (Citi), Guillermo Cerviño (Comafi), Gerardo Werthein (Telecom) y Adelmo Gabbi (Bolsa de Comercio); industriales como el anfitrión, su hijo Carlos y Héctor Méndez, Miguel Acevedo, Federico Nicholson y Jorge Sorabilla, y un hombre de fe: el rabino Sergio Bergman. Orejeaba también Gustavo Cinosi, dueño de una pequeña participación en el Sheraton de Pilar y buenos vínculos con el ministro de Planificación, Julio De Vido, revela hoy una muy buena nota de La Nación.

Como es obvio el encuentro causó extrema preocupación en la Quinta de Olivos y se descuentan represalias contra varios de los presentes.

Duhalde cayó acompañado por sus laderos Carlos Brown y Eduardo Amadeo. Más que los mármoles de Italia, Grecia, Turquía, Bélgica y Sudáfrica o las estatuas de Julio César, Augusto, Apolo y Diana, entre los comensales llamó la atención el estado de preocupación del establishment argentino y las verdaderas razones del encuentro con el caudillo del conurbano.

Las principales: advierten que la oposición se desintegra, los inquietan Hugo Moyano y la inflación y, peor, empiezan a advertir, por primera vez desde la derrota electoral del Gobierno en junio, que Néstor Kirchner tiene posibilidades reales de seguir en el poder más allá de 2011. Hay encuestas recientes, ya en manos de lobbistas e industriales, capaces de espantar a varios opositores.

Nadie se atrevió a decir quién había sido el ideólogo del almuerzo, que se hizo mientras la presidenta Cristina Kirchner comía, en Olivos, con empresarios pyme. "Blaquier solamente prestó la casa", objetó un asistente a La Nación. Sólo enterarse de que la reunión había trascendido atragantó a unos cuantos. "¡Uuuh...!, no, no le puedo decir nada -se atajó otro-. Fue un encuentro absolutamente privado." Guste o no, el silencio empresarial ha vuelto con la reconstrucción, tenue pero cabal, del poder kirchnerista.

Blaquier se había reunido con Duhalde dos días antes. Werthein fue, después, uno de los que convocó rápidamente a sus pares. El líder peronista salió del almuerzo rebosante de optimismo. "Está convencido de que lo van a llevar en andas", agregó alguien que lo contactó después.

Para algunos de los hombres de negocios, Duhalde representa en realidad bastante más que el pasado, la devaluación u hombre que eligió a Kirchner: es alguien capaz de entender cómo funciona el poder y, destreza inusual, sentarse a hablar con Moyano.

Lo hizo, por ejemplo, a fines de año pasado, cuando el líder camionero lo llamó por teléfono un día después de la emisión de una entrevista de Duhalde en el programa "Le doy mi palabra", en Canal 26. Duhalde había dicho que la etapa de Moyano en la CGT estaba terminada, pero que él era partidario de un movimiento sindical democrático y fuerte. La charla fue en buenos términos. Moyano ha admitido varias veces, entre íntimos, que deberá apartarse en algún momento de la conducción, aunque no del poder. Para los empresarios es lo mismo.

"La mayoría no cree que a Duhalde le dé para ser presidente, pero miran a Kirchner, miran a la oposición, y entonces lo ven alto y rubio", describió un industrial.

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