martes, 15 de junio de 2010

TV digital y la guerra contra Clarín

Designado por Julio De Vido y de histórica militancia en la Juventud Peronista Universitaria -de la cual también formó parte Néstor Kirchner-, es la cabeza del proyecto oficial en el que el gobierno lleva invertidos U$S1321 millones para "democratizar la estética". Niega que la implementación de la norma japonesa "forme parte de la pelea" con Clarín y desafía: "Acá se culturizó a la gente para que supiera que el que quiere ver contenido audiovisual, lo debe pagar".

Sobre su escritorio no hay ni un recuerdo familiar, ni la taza del club Ferro Carril Oeste –que sí está en su biblioteca: antecedente de sus días en el barrio de Caballito, previos al exilio en Río Negro por la persecución política que sufrió en el ‘76- ni el rótulo que lo apunta como el coordinador general del Consejo de Televisión Digital Terrestre Argentino. En cambio, en este noveno piso de una oficina recién alquilada a YPF –porque en el Ministerio de Planificación, del cual depende el Consejo, ya no había más espacio- hay una foto de él, Osvaldo Nemirovsci, junto a Néstor Kirchner.

Fue designado por Julio De Vido –a quien conoce desde el ’99, tiempos en que acompañaban al ex presidente en su gestión como gobernador de Santa Cruz- para ser la cabeza de un ambicioso entramado creado por el decreto 1148 de agosto del año pasado y que componen todos los ministerios de la Nación y el jefe de Gabinete. Dicho decreto consolida la adopción de la norma japonesa y le da nacimiento al sistema argentino de televisión digital: una suerte de bandera que promete “democratizar la estética y abrir un nuevo mercado en base a contenidos audiovisuales, fabricación de componentes, infraestructura”, entre otros puntos que destaca Nemirovsci, que también es director del Sistema Nacional de Aeropuertos y fue diputado entre 2003 y 2007.

-¿Cuándo conoció a Néstor Kirchner?

-Coincidimos en la militancia de los ‘70, estábamos en la misma estructura de la Juventud Universitaria Peronista, pero creo que no nos habremos cruzado mucho, sí comenzamos a conocernos empezando a reflexionar juntos cómo salir del menemismo desde el peronismo que nosotros entendíamos y en miras a ganar las elecciones, que originariamente, pensábamos para 2007. Después aceleramos los tiempos a 2003 y llegamos al gobierno.

-¿A quién se le ocurrió promover la idea de la TV digital?

-En primer término, fue de Cristina. Se habló mucho con Lula, porque en Brasil estaban implementando la norma. La propuesta fuerte fue de Cristina y de De Vido. Antes, cuando Guillermo Moreno era secretario de Comunicaciones, yo estaba en la Comisión de Selección de Norma y algo se había hablado. Pero la decisión de qué norma se toma es una decisión geopolítica, en principio. Después, es de validez técnica.

-La planta transmisora de la Ciudad de Buenos Aires y equipamiento para la televisión pública fue donado por Japón. ¿Cuánto se ahorró el Estado argentino y qué recibió a cambio el país asiático?

-La planta donada cuesta unos U$S5 millones. Me imagino que el tema de la norma le permite a ellos tener una presencia liderando el aspecto tecnológico y la posibilidad de que empresas japonesas mejoren alternativas de colocar productos en telefonía, receptores, transmisores, televisores. Es lo mismo que nosotros hacemos con la norma, pero en Sudáfrica: ¿Qué tenemos nosotros para impulsarla? en lo concreto nada, pero lo hacemos porque creemos que podemos tener buen mercado. En el mundo es muy común que los países que lideran tengan alternativas de esta naturaleza.
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-En esto, Japón -potencia mundial- parece tener un beneficio más concreto que Argentina.

-El beneficio directo es la potencialidad en la venta de productos. Pero aclaro que nosotros no le compramos conversores a Japón: seguro que ellos, como parte de la “contraprestación” por la donación, esperaban venderle al Estado conversores, y no le compramos ni uno solo. Los presentaron, los vimos, pero ya teníamos fijado otra direccionalidad en función de precio, entrega y diseño nacional. También le pueden vender al mercado otros conversores, más allá de los 1,2 millones que el Estado repartirá de aquí a octubre. Lo que sí le compramos a empresas japonesas fueron transmisores.

-¿A quién?

-A NEC. Pero también le hemos comprado a otras empresas e industria local. El mercado de la televisión digital en Argentina debe rondar los 3 mil millones de pesos, con lo cual esa apertura para una donación de U$S5 millones…no está nada mal. Ellos vienen al mercado sin ninguna garantía, pero crean un negocio nuevo y eso lo veo viable, por si el tenor de la pregunta apunta a algún tipo de acuerdo. La donación les conviene a ellos pero también a nosotros.

-¿Por qué se cayó la compra de los conversores de Japón? En principio, se promovió que eran más baratos.

-Los transmisores NEC son buenos; los conversores son “ahí”, no tiene gran excelencia por sobre los que nosotros vimos. Compramos conversores de diseño, ingeniería y control de diseño nacional, que una parte la hicieron en China y otra íntegramente acá. Hicimos un proceso de concurso de precio con procedimiento administrativo que hizo el INVAP –una empresa que compite con Francia en reactores nucleares y le gana-. Del proceso al cual acudieron 6 empresas, quedaron tres y le compramos a esos tres –una UTE vinculada a ADIMRA; otra es Coradir-novatech y la tercera Cometrans-.

-¿Cuánto le cuestan los conversores al Estado?

-Son unos U$S150 millones en 1.180.000 conversores. Hasta el momento se lleva invertido en el proyecto unos U$S1321 millones, en 46 plantas transmisoras –para cubrir el 70% poblacional-, moduladores, antenas, mástil, estructura, construcción civil y los conversores.

Si bien la televisión digital es gratuita, siempre será necesario –además del televisor- un conversor y la antena correspondiente. El gobierno ya entrega por medio del Correo Argentino los aparatos a los sectores que consideran de más bajos recursos en base a una matriz que incluye jubilados de menor haber, personas mayores con pensiones retributivas y los anotados en el programa de Asignación Universal por Hijo.

“Si no alcanza con el millón 200 mil, se comprarán más conversores”, asegura Nemirovsci y agrega: “Hay que distinguir que hay 12 millones de televisores en el país, de los cuales 8 millones cuentan con cable o satélite. Nosotros trabajamos para los 4 millones restantes. Acá se culturizó a la gente para que supiera que el que quiere ver contenido audiovisual, lo debe pagar. El que no tiene $130 por mes, nosotros igual queremos que vea televisión”.

-¿Qué costos debe asumir el usuario?

-El Estado lo que hace es comprar 1,2 millones de conversores para que los sectores más humildes no se priven de ver la televisión digital. Nosotros digitalizamos la televisión en función de una decisión técnica: podríamos haber dejado que lo hiciera el mercado, pero hubieran tardado 40 años y la Argentina iba a quedar rezagada en lo que es tecnología. Lo iban a hacer los canales cuando vendan más publicidad que es lo único que les interesa, lo cual no está mal. Pensamos que puede haber un paquete de 35 señales para que la gente vea gratis.

-Usted sostuvo que la gente se acostumbró a que para ver contenidos audiovisuales, debe pagar. Es esperable que el plan oficial merme el negocio de los proveedores del cable. ¿Esto se encuadra en el enfrentamiento que sostienen los Kirchner con el grupo Clarín?

-Los medios, en su capacidad de reproducir simbología, han tenido un éxito tremendo, creando la idea de que hay “crispación” y ahora van a crear la idea de que esto forma parte de una pelea: nosotros digitalizamos la televisión argentina, como un paso necesario en la modernización que debe tener el medio más importante. Vamos a pasar de tener 43 señales abiertas desde el año ‘51 a tener más de 100. Le reconozco muchísimas cosas positivas. Negativas también hay: algunos conversores no funcionan y hay que cambiarlos, y lleva tiempo, pero tardaremos más: a nosotros no nos apura el mundial, como dicen algunos. Y en cuanto al enfrentamiento…Yo por lo menos no me peleo con nadie, no hacemos esto contra los cables.

Tampoco soy necio, hay una lógica de mercado: si mi vecino ve 30 señales gratis, a lo mejor yo dejo de pagar el cable. Pero bueno…¿A cuántos puede afectar esto? ¿De 8 millones serán 1 millón? En Brasil sólo el 10% de la población tiene cable, y viven bien. No tengo ninguna mala intención con los cables. En “el principal diario” andan diciendo que estamos armando algo con los cooperativistas para perjudicar al cable…una fantasía absoluta. Yo hago televisión digital, no soy anti-nada.
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-¿Pero se está armando algo con los cooperativistas?

-Tenemos una vinculación muy fuerte con ellos desde siempre, y muchos de ellos están preocupados como los proveedores de cable, pero lo que menos queremos es que se perjudiquen. Pero sí, estamos en diálogo aunque no hay acuerdo de nada. Hay cooperativas que seguro serán proveedoras de contenido.

-En concreto, ¿Cuánta gente está accediendo a la TV digital?

-Algo más del 30% -que es el primer cordón del conurbano y Capital, 12 millones de personas- de la población está en condiciones potenciales de ver en poco tiempo en digital. En otras zonas también se ve: todavía estamos en proceso de selección de las antenas, porque se usan unas pequeñas antenas con un alcance no mayor a los 60 km. Queremos llegar al 93% de cobertura el año que viene. Para agosto tenemos que estar llegando a Rosario, Campana, San Nicolás, y por octubre la idea es estar en Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, San Juan, Chaco, Corrientes, Santa Cruz. Pero el que todavía no tiene, debe esperar.
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lunes 14 de junio de 2010
Werthein y Di Tella dos casos diferentes en la búsqueda de una burguesía nacional
Los modelos ideológicos de país, planteados en la Argentina por los diferentes espacios políticos a lo largo del siglo pasado y en lo que va de este, propendieron en su amplia mayoría a una alianza de clases en lugar plantear una lucha entre estas.
Tanto desde el peronismo, como desde el radicalismo y el desarrollismo, se pensó en una convergencia de objetivos y medios entre los propietarios de los medios de producción y la tierra y los trabajadores a favor del bien común como sociedad y nación.
Los trabajadores articulados en los sindicatos, encontraron frente a ellos una diferencia clara entre los capitales extranjeros y los locales, que no involucraba una forma de industrialización alternativa sino un diferente dinamismo relativo de las distintas ramas productivas, a partir de una contrapuesta distribución del ingreso. Esta última resultaba una variable clave para la alianza entre la clase trabajadora y la burguesía nacional porque la redistribución del ingreso a favor de los asalariados redundaba en una mayor expansión relativa de la demanda doméstica y, con ello, de los empresarios nacionales, mientas que el movimiento inverso potenciaba el capital transnacional y no le movía la aguja demasiado, si el trabajador podía consumir más o menos.
Se ha planteado en debates en diferentes foros intelectuales, fundamentalmente en la Web 2.0, si es factible y/o necesario recrear una burguesía nacional como base esencial para desarrollar un modelo productivo al servicio del país. En primer lugar, cabe señalar que la creación o no de una burguesía, más allá de su carácter, es un proceso histórico-social y no se puede determinar su nacimiento por la voluntad del Estado, si se puede favorecer su consolidación y crecimiento desde ese estado, articulándola dentro del planteo estratégico desde lo económico, lo social y hasta lo cultural.
No hay nación desarrollada, ni en proceso firme de desarrollo, que no esté dirigida por una burguesía nacional dispuesta a generar riqueza. Japón fue el primero en imitar la experiencia de las naciones más desarrolladas de Europa y Estados Unidos a fines del siglo XIX, pero no fue el único caso; también lo hicieron las burguesías de Corea del Sur y Taiwán, entre otras. Y hasta la China, controlada políticamente por los herederos del partido comunista, está siguiendo un curso similar a un ritmo de crecimiento que no tiene antecedentes en la historia.
Corea del Sur presenta uno de los datos más notables en este sentido. El PBI per cápita coreano creció cien veces en valores nominales en los últimos 40 años y unas veinte veces en valores reales. Una nación que se contaba entre las más pobres del universo, que había pasado más de medio siglo como colonia japonesa y sufrido, durante la década del cincuenta, una guerra devastadora, pasó a convertirse en un modelo de desarrollo productivo.
No es casual que en ese avance surgieran grupos empresarios nacionales y poderosos, qué ya estaban en el país y se quedaron, que criaron a sus hijos allí, que no se han ido en los tiempos difíciles y que fundamentalmente avanzaron agresivamente, con su oferta productiva sobre todo el mercado mundial.
A estas burguesías las definen la vocación y la sustentabilidad. Hay empresarios brillantes que desarrollan empresas importantísimas, comprometidas con el país, con los trabajadores, con los valores, con el medio ambiente, pero que su duración se ve acotada a un período de tiempo de una o dos generaciones, y ahí los herederos heredan los bienes pero no la vocación y la construcción se derrumba.
En la Argentina tenemos dos casos interesantes para el análisis comparativo. Por un lado tenemos a SIAM, la mayor empresa metalmecánica de la historia del país, fundada por un auténtico capitán de industria, Torcuato Di Tella, en 1911. Di Tella comenzó construyendo máquinas para amasar pan, siguió fabricando surtidores de combustible para YPF y se lanzó, a fines de la década del veinte a una enorme inversión productiva. Fue productora de heladeras, en la década del cincuenta se consolidó con apoyo estatal, mientras la empresa se lanzaba a fabricar desde todo tipo de bienes durables para el hogar hasta motonetas y, finalmente, entrar a la industria automotriz, con el famoso Siam DiTella.
Luego, el fundador falleció y comenzaron los típicos problemas de encontrar a un nuevo líder. Los directores no tenían esa capacidad y los hijos no querían ocupar ese puesto que quedó relativamente vacante durante, quizás, demasiados años. En ese período de transición, la empresa realizó apuestas arriesgadas hasta encontrarse con abultadas deudas y problemas de competencia en el mercado. La empresa fue agonizando durante años mientras se la intentaba, sin éxito, privatizarla. Cuando se recuperó la democracia, SIAM era una sombra y su destino ofrecía pocas expectativas. Finalmente, fue privatizada, y las nuevas empresas resultantes fueron cerradas, en su mayoría, en el curso de la década del noventa.
El caso de los Werthein nos muestra una familia con noventa años en el país que también empezó de abajo con la actividad agropecuaria, para luego incursionar en el sector financiero, en la actividad productiva y hasta las telecomunicaciones. El éxito de los Werthein ha sido sostenido, ha aguantado las crisis mas profundas, que los han encontrado aquí en el país, pero fundamentalmente los Werthein han desarrollado la capacidad de generar los cuadros de continuidad, que lejos de achicar el espacio lo agrandaron y potenciaron.
Personajes como Julio Werthein como hermano menor de la vieja guardia Numo, Noel y Gregorio Werthein, y mentor acompañante de la nueva guardia simbolizada esta en Adrián y Gerardo Werthein, pudo constituirse en puente de ese trasvasamiento generacional tan difícil de construir, y que hizo fracasar a tantos exponentes de la burguesía nacional.
La burguesía nacional necesita de un claro compromiso, de un apoyo y un direccionamiento estratégico del estado, para defenderla y consolidarla, y de la capacidad homeostática para repensarse y relanzarse en cada generación

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