lunes, 14 de junio de 2010

Werthein y Di Tella dos casos diferentes en la búsqueda de una burguesía nacional

Los modelos ideológicos de país, planteados en la Argentina por los diferentes espacios políticos a lo largo del siglo pasado y en lo que va de este, propendieron en su amplia mayoría a una alianza de clases en lugar plantear una lucha entre estas.
Tanto desde el peronismo, como desde el radicalismo y el desarrollismo, se pensó en una convergencia de objetivos y medios entre los propietarios de los medios de producción y la tierra y los trabajadores a favor del bien común como sociedad y nación.
Los trabajadores articulados en los sindicatos, encontraron frente a ellos una diferencia clara entre los capitales extranjeros y los locales, que no involucraba una forma de industrialización alternativa sino un diferente dinamismo relativo de las distintas ramas productivas, a partir de una contrapuesta distribución del ingreso. Esta última resultaba una variable clave para la alianza entre la clase trabajadora y la burguesía nacional porque la redistribución del ingreso a favor de los asalariados redundaba en una mayor expansión relativa de la demanda doméstica y, con ello, de los empresarios nacionales, mientas que el movimiento inverso potenciaba el capital transnacional y no le movía la aguja demasiado, si el trabajador podía consumir más o menos.
Se ha planteado en debates en diferentes foros intelectuales, fundamentalmente en la Web 2.0, si es factible y/o necesario recrear una burguesía nacional como base esencial para desarrollar un modelo productivo al servicio del país. En primer lugar, cabe señalar que la creación o no de una burguesía, más allá de su carácter, es un proceso histórico-social y no se puede determinar su nacimiento por la voluntad del Estado, si se puede favorecer su consolidación y crecimiento desde ese estado, articulándola dentro del planteo estratégico desde lo económico, lo social y hasta lo cultural.
No hay nación desarrollada, ni en proceso firme de desarrollo, que no esté dirigida por una burguesía nacional dispuesta a generar riqueza. Japón fue el primero en imitar la experiencia de las naciones más desarrolladas de Europa y Estados Unidos a fines del siglo XIX, pero no fue el único caso; también lo hicieron las burguesías de Corea del Sur y Taiwán, entre otras. Y hasta la China, controlada políticamente por los herederos del partido comunista, está siguiendo un curso similar a un ritmo de crecimiento que no tiene antecedentes en la historia.
Corea del Sur presenta uno de los datos más notables en este sentido. El PBI per cápita coreano creció cien veces en valores nominales en los últimos 40 años y unas veinte veces en valores reales. Una nación que se contaba entre las más pobres del universo, que había pasado más de medio siglo como colonia japonesa y sufrido, durante la década del cincuenta, una guerra devastadora, pasó a convertirse en un modelo de desarrollo productivo.
No es casual que en ese avance surgieran grupos empresarios nacionales y poderosos, qué ya estaban en el país y se quedaron, que criaron a sus hijos allí, que no se han ido en los tiempos difíciles y que fundamentalmente avanzaron agresivamente, con su oferta productiva sobre todo el mercado mundial.
A estas burguesías las definen la vocación y la sustentabilidad. Hay empresarios brillantes que desarrollan empresas importantísimas, comprometidas con el país, con los trabajadores, con los valores, con el medio ambiente, pero que su duración se ve acotada a un período de tiempo de una o dos generaciones, y ahí los herederos heredan los bienes pero no la vocación y la construcción se derrumba.
En la Argentina tenemos dos casos interesantes para el análisis comparativo. Por un lado tenemos a SIAM, la mayor empresa metalmecánica de la historia del país, fundada por un auténtico capitán de industria, Torcuato Di Tella, en 1911. Di Tella comenzó construyendo máquinas para amasar pan, siguió fabricando surtidores de combustible para YPF y se lanzó, a fines de la década del veinte a una enorme inversión productiva. Fue productora de heladeras, en la década del cincuenta se consolidó con apoyo estatal, mientras la empresa se lanzaba a fabricar desde todo tipo de bienes durables para el hogar hasta motonetas y, finalmente, entrar a la industria automotriz, con el famoso Siam DiTella.
Luego, el fundador falleció y comenzaron los típicos problemas de encontrar a un nuevo líder. Los directores no tenían esa capacidad y los hijos no querían ocupar ese puesto que quedó relativamente vacante durante, quizás, demasiados años. En ese período de transición, la empresa realizó apuestas arriesgadas hasta encontrarse con abultadas deudas y problemas de competencia en el mercado. La empresa fue agonizando durante años mientras se la intentaba, sin éxito, privatizarla. Cuando se recuperó la democracia, SIAM era una sombra y su destino ofrecía pocas expectativas. Finalmente, fue privatizada, y las nuevas empresas resultantes fueron cerradas, en su mayoría, en el curso de la década del noventa.
El caso de los Werthein nos muestra una familia con noventa años en el país que también empezó de abajo con la actividad agropecuaria, para luego incursionar en el sector financiero, en la actividad productiva y hasta las telecomunicaciones. El éxito de los Werthein ha sido sostenido, ha aguantado las crisis mas profundas, que los han encontrado aquí en el país, pero fundamentalmente los Werthein han desarrollado la capacidad de generar los cuadros de continuidad, que lejos de achicar el espacio lo agrandaron y potenciaron.
Personajes como Julio Werthein como hermano menor de la vieja guardia Numo, Noel y Gregorio Werthein, y mentor acompañante de la nueva guardia simbolizada esta en Adrián y Gerardo Werthein, pudo constituirse en puente de ese trasvasamiento generacional tan difícil de construir, y que hizo fracasar a tantos exponentes de la burguesía nacional.
La burguesía nacional necesita de un claro compromiso, de un apoyo y un direccionamiento estratégico del estado, para defenderla y consolidarla, y de la capacidad homeostática para repensarse y relanzarse en cada generación

No hay comentarios:

Publicar un comentario