jueves, 1 de julio de 2010

Charlas de quincho

Quinchos teñidos por la pasión futbolera, de la que el viaje presidencial a Toronto no fue la excepción. Con un percance, sin embargo: en pleno partido con México se cortó la señal y desde la Presidente hasta los guardaespaldas debieron correr a buscar dónde verlo. Más tranquilos tras la victoria, el consorte y sus entornistas revelaron que el ex canciller que acaba de irse del Gobierno será candidato porteño en 2011. Otra revelación, esta vez prematch: el jefe de Gobierno porteño se casa porque quiere un hijo de su actual novia. Después, se reunió con su mentor político, un ex presidente español llegado al país para impulsar una asociación pro Israel. En la boda de la hija de un camarista, el tema fue más complejo y tiene que ver con adopciones y enemistades políticas. Veamos:



Mauricio Macri se toma la cabeza para festejar un gol de Argentina junto a Horacio Rodríguez Larreta que hizo un gran ejercicio vocal para la ocasión, ante la pantalla instalada en la Plaza San Martín del centro porteño.


Retumbó en varios tramos del regreso anoche rumbo a Buenos Aires el avión presidencial con la comitiva que acompañó a Cristina de Kirchner a Canadá. Rendidos por 48 horas de entrevistas y paseos, quebraron la rutina de aislarse en sus butacas, o la presidencia en la vip con cama, o de buscar el sueño en partidas de truco, para competir en cantos, frases y ocurrencias para exaltar la victoria sobre México que acerca al seleccionado al paraíso. Tampoco se dieron a los balances, algo que suele despertar la imaginación a miles de metros de altura, y eso que Cristina tenía de qué ufanarse con los elogios que recibió de empresarios mineros en un almuerzo el viernes en Toronto, donde registró los que agregó un miembro del grupo Cisneros (ex socio del Grupo Clarín en la Argentina), sus retruques en público con Nicolas Sarkozy o los párrafos que logró incluir en el documento final del G-20, que exalta la necesidad del empleo «digno» en cualquier programa de reactivación (como si alguien quisiera que fuera en «negro», algo que es consecuencia de otros factores que suelen mencionarse en esas declaraciones).
El grupo que integraban, entre otros, los gobernadores José Luis Gioja, Juan Manuel Urtubey, Gerardo Zamora, Walter Barrionuevo y Luis Beder Herrera festejaba la «onda» entre los empresarios mineros de ese almuerzo y las promesas de Cristina de seguridad jurídica. «Uno de los empresarios dijo que hay más riqueza minera en la Argentina que en Chile», saltaba Gioja, que no respondió cuando le advirtieron que en el grupo no había figurado el mendocino y peronista Celso Jaque, que también es un distrito minero.

Todos miraban una carpetita que circulaban entre sí el canciller Héctor Timerman y los secretarios de la Presidente, fruto -sabían todos- de la extensa tarde del sábado que le dedicó Cristina al nuevo canciller para resolver varias designaciones en el ministerio y, lo que más atrae a todos, de embajadores. Hay varias sedes pendientes para cubrir, como Italia, Gran Bretaña, Uruguay, Estados Unidos, etc., y en esa carpeta estaban los nombres. Pero nadie se animó a preguntar, más cuando Timerman dijo que no sabía quién será su sucesor en Washington, nombre que, sin embargo, va a anunciar Cristina esta semana dentro de una larga lista que preparó con el canciller. Éste, debutante como ministro, pero ducho en tareas de «sherpa», pareció curado de cualquier reproche de relaciones con la prensa, porque se movió en el viaje y en el avión sin teléfonos. Había entregado el que usaba como embajador y recién hoy le van a dar el nuevo aparato. Fatigó su nuevo descubrimiento, el Twitter, desde una notebook y eso les quitó la frescura a sus mensajes, que ya son un ingrediente informativo inevitable para cubrir periodísticamente sus actividades en el Gobierno.
Como toda la delegación, sufrió con el partido Argentina-México, que cada cual se las apañó para ver entre el final de la cumbre y la prisa que le ponía Cristina al regreso de la delegación. La mayoría, incluyendo a la Presidente, se recluyó en las habitaciones del hotel Westin Harbour Castle. Pero -contaban entre risas anoche en el avión- todo el grupo estalló de pánico cuando, apenas movida la pelota, se cortó la señal de TV en el hotel. Salieron todos al pasillo, secretarios, la Presidente, ministros, legisladores, guardaespaldas, igualados en la necesidad de ver el partido, todos a medio vestir, y hacían a la vez las valijas. Los custodios presidenciales saltaron sobre la recepción, se repuso la señal de TV y la delegación pasó la hora y media siguiente en el ritual de la angustia ante la pantalla. Timerman, que se había quedado a hablar con Jim Burns, el segundo de Hillary Clinton en la Secretaría de Estado, un futbolero, merodeaba el centro de convenciones buscando un televisor ya en el segundo tiempo del partido. De una puerta salió un brazo y una voz: «Venga a verlo acá». Era José María Rodríguez Zapatero, que había encontrado también una sala con televisor. Vieron lo que quedaba del partido y se despidieron, confiados, con un «nos vemos en la final». Zapatero irá a Sudáfrica si eso ocurre, lo mismo que Cristina que, cómo no, irá con su canciller.

Desde el avión, además llamados a Olivos, donde Néstor Kirchner había visto el partido con entornistas y hombres de su custodia, para cruzar felicitaciones y alguna bronca, como quejarse al unísono de los dichos del embajador Eduardo Sadous en los mismos tonos que usaron los dos en público. También alguna reconciliación con revestimiento político de la cual intercambiaron comentarios: la candidatura porteña de Jorge Taiana el año que viene, a lo que sea -jefe de Gobierno, diputado nacional, legislador-.
Kirchner comenzó las consultas con el trío de gobernadores que administra al PJ porteño (Sergio Urribarri, Daniel Scioli, Jorge Capitanich) y busca descolocar a la oposición que, en barra, entonó los funerales del ex canciller como si fuera un opositor. ¿Tan lindo es para los porteños que no votan a Kirchner? Ahí va Taiana, entonces, que ya prestó su nombre en la lista de candidatos a diputados nacionales en 2007, acompañando a la fórmula Cristina-Cobos; renunció para ser canciller, pero en aquella campaña el oficialismo ponderó que Taiana es, para un sector del público, un moderado tranqui y estudioso, y para otro sector, un ex montonero, ex cautivo de los militares y un adalid de los derechos humanos (fue secretario de la Comisión Interamericana, fue funcionario en esa área de Felipe Solá en Buenos Aires). Con un Taiana en Capital, el kirchnerismo puede recoger votos en las dos ventanillas porque saben que en la política argentina se puede avanzar por las paralelas con provecho, porque nunca las puntas se juntan. A esa hipótesis deben los Kirchner muchos de sus logros en ese ejercicio de supervivencia desde una minoría que son sus gobiernos. Y como las puntas nunca se juntan, le contó Néstor a Cristina que ya cerró para el 6 de julio un almuerzo en La Moneda, Casa de Gobierno de Chile, con Sebastián Piñera, a quien debe su cargo en la Unasur, que al chileno le ha costado ya dos embajadores en Buenos Aires.

Mauricio Macri, en una semana en la que era casi imposible producir noticias que no tuvieran que ver con el Mundial, logró una novedad que ha conmovido a todo su espacio, propio de un sistema caudillista que pondera cada acto privado, mínimo o estridente de su conductor: confirmó que se casa en noviembre con Juliana Awada. La boda será en Tandil, en donde nació y tiene su querencia, y lo admitió frente a los pocos ante quienes se confiesa en cuestiones personales. «Estoy más enamorado que nunca, quiero tener un hijo. Pero si no me caso, quedaría mal. Por eso me voy a casar», le confesó el viernes a solas a uno de esos confidentes a quienes le cuenta hasta lo que no le conviene. En ésa y en otra charlas, Macri anotó la boda en la agenda de su vida pública; no se corre de la candidatura presidencial «a menos que se largue Reutemann». Si eso no ocurre, no imagina, a como sea, otra cosa que una candidatura presidencial.
Insiste en que el peronismo disidente va a quedarse sin candidato y que van a venir a buscarlo a él. En estos días tiene que resistir presiones del duhaldismo -reforzadas por algún acercamiento de la Iglesia- para que acepte estar en una boleta «Duhalde Presidente, De Narváez-Gobernador de Bs. As. y Macri-Jefe de Gobierno». Mandó a fumigar esas seducciones y, según le confesó al confidente del viernes, no se imagina en un segundo mandato a jefe de Gobierno. Le responden que eso le convendría porque el período 2011-2015 va a ser uno de fuerte carga institucional, con acuerdos que van a requerir una muñeca política que no tiene el ingeniero, que quiere hacer una gestión de obras. Contesta que en la Ciudad no se puede hacer nada importante si no se tiene el apoyo de la Nación, ni en finanzas, ni en grandes obras públicas ni transporte, argumenta casi amargado. Para eso, mejor ser presidente antes y no esperar más.

Esas explicaciones las escuchó otro confidente que se acercó el jueves a su despacho para un saludo fugaz, el ex premier español José María Aznar, a quien conoce desde hace años y a quien le explicó lo que quiere hacer como presidente y cómo encarar la campaña. Aznar, a quien considera un padrino político y su principal socio internacional, no se quedará hasta el jueves cuando Macri lance sus equipos de campaña presidencial justo en la Fundación Pensar de Jorge Triaca (h), que es la principal referente de la FAES española, el think tank del ex presidente conservador. El think tank, le explicó Aznar a Macri, hay que usarlo para hacer casting de equipos porque cuando se asume un Gobierno, para hacerlo funcionar hay que tener a la gente preparada y con todo estudiado.
En la Argentina, se suele decir, para gobernar hay que tener 5.000 funcionarios listos para asumir en todas las áreas, algo que ningún Gobierno de los últimos años tuvo, salvo en los casos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem. «JoshMaría», como le dicen los amigos a Aznar, vino al país en gira personal ligada a su rol de difusor de la iniciativa «Friends of Israel» (Amigos de Israel), que suma firmas de personajes no judíos de la política y de los negocios de todo el mundo. Lo alojó Santiago Soldati en su casa y esa presencia quiso quedar fuera de toda connotación política doméstica, salvo la reunión que le organizó Soldati con Sergio Massa, interesado en todo emprendimiento que toque su distrito de Tigre, adonde el empresario montó una de sus empresas más recordadas, el Tren de la Costa, que contó con apoyos del Gobierno de España y adonde se solazó en breve viaje nada menos de Juan Carlos I cuando visitó la Argentina en los años 90. De esas charlas en lo de Soldati surgió una noticia importante; el compromiso del monarca
-que cursó estudios en Suiza con Soldati cuando eran adolescentes- para visitar el Municipio de Tigre en noviembre, cuando venga al país para participar de la Cumbre Iberoamericana de Mandatarios de Mar del Plata. ¿Para qué? Por lo menos para una foto, algo que para los políticos vale más que cualquier acuerdo sustancioso.

El auspicio a la presencia fugaz de Aznar corrió por cuenta de la Universidad Bar Ilan, ante cuyos directivos el ex premier explicó el argumento que sostiene a los «Friends of Israel»: si un Estado democrático, con los mismos valores de libertad que cualquier país occidental, es agredido, hay que de ayudarlo como los otros deberían ser respaldados si recibiesen una agresión como la de los enemigos de Israel. Se dio tiempo para almorzar en Chateau Puerto Madero y sus directivos, invitado por el banco BST, Pablo Peralta
-presidente del banco- y los abogados Díaz Siero y Medrano, y el ingeniero Julián Ganzábal; se encontró allí con su amiga Valeria Mazza (suelen coincidir en veraneos en Cerdeña, y su marido, Alejandro Gravier, ha intentado emprendimientos con el fondo de inversión que representa Aznar por estas costas), quien estaba haciendo producciones publicitarias. Esa presencia entusiasmó al hijo del español que lo acompañaba, al punto de que casi se perdió el almuerzo. Alonso
-que así se llama- quedó tan entusiasmado que prolongó la estadía en Buenos Aires hasta el fin de semana para recorrer sus lindezas. En la charla, el visitante reiteró sus especulaciones sobre el futuro mundial con alianzas entre Estados Unidos y China, y la suerte que pueden tener en esa entente países como la India y Rusia.

Entre el casamiento y la presidencial, el distrito bulle de internismo. Macri parece delegar las minucias de la gestión en Horacio Rodríguez Larreta, que no pierde la ilusión de ser candidato al cargo que Macri deja para volar más alto. Eso lo enfrenta, aunque no quiera, con Gabriela Michetti, y eso produce además tensiones con ministros que parecen favorecer a la diputada, como Hernán Lombardi, Guillermo Montenegro y Diego Santilli. No se inmuta cuando le dicen que no tiene partido; confía en el jefe de campaña Humberto Schiavoni y en el delegado volante Federico Pinedo, que le van bordando una estructura en las provincias, y atiende a los consejos del pollster Jaime Durán Barba, quien lo ha convencido de que tiene que mostrarse como el candidato de la gente y lejos de los sellos partidarios.

Con la discreción que le quiere dar a la tarea de camarista con causas calientes, el magistrado Jorge Ballestero juntó a 150 invitados de la más estricta amistad en el Tattersall de Palermo para festejar el casamiento de su hija con una estrella del rugby, actividad que aportó la mayor cantidad de invitados. Pocos políticos, el principal Daniel Scioli, amigo del padrino de la novia desde hace 30 años, un puñado de hombres de la Justicia (Ariel Lijo, Marcelo Martínez Di Giorgi), el ex camarista Gabriel Cavallo, y de empresarios, Gerardo y Adrián Werthein y el banquero Ezequiel Carballo (grupo Macro); el resto, infinidad de jóvenes que saltaron hasta la madrugada en una fiesta más familiar que sobria, pero que con la calidad de los presentes dio para más de un cabildeo entre las mesas.
Lo que más atrae a muchos es la trama de acusaciones entre el Gobierno y la titular del grupo Clarín por la presunta apropiación de menores, de quien el ex camarista Cavallo es defensor. Toda la tensión está puesta sobre la jueza de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, que atiende una jurisdicción que convierte siempre al juez de esa localidad en una pieza clave del sistema de Gobierno, no tanto por el acaso que le acerque causas como la de Noble, sino porque su territorio incluye la residencia de Olivos. Todo entuerto que se produzca allí o en sus inmediaciones le cae al juez de San Isidro; por eso todos los Gobiernos han buscado tener al magistrado de turno bajo estricta observación.

Desmenuzando esa pesquisa sobre adoptados y desaparecidos, todos miran a la jueza Arroyo porque es la que tiene relación directa con el Banco de Datos Genéticos que estudia las muestras de ADN de los hijos adoptados de Ernestina de Noble para determinar si alguno de ellos -o los dos- son familiares de padres y abuelos que reclaman parentesco. El Gobierno echó a rodar desde sus voceros periodísticos que Ernestina de Noble no está en el país, una sugerencia que señala lo que puede ocurrir si se determina ese parentesco en uno o los dos hijos Noble. Por la naturaleza del delito sería detenida de inmediato en una cárcel común para avanzar en la investigación sobre si tuvo que ver con apropiaciones o recibió la adopciones sin conocer el origen de sus hijos. Nadie aventura nada sobre esa identificación que puede revelarse en los próximos días, pero no faltó quien adelantase filtraciones del juzgado Salgado sobre la posibilidad de que uno de los hijos tuviera ya determinada la identidad positiva y otro no. Con una sola identificación de parentesco podría dictarse la captura de la empresaria con el efecto conmovedor no sólo en lo personal de los protagonistas, sino de quienes quieren sacarle rédito político a la dolorosa situación.

Revelaciones también hu-bo en la gala de Make a Wish, en el hotel Alvear, la entidad que preside Mónica Parisier y que se encarga de cumplir los sueños de los niños que padecen enfermedades que comprometen su vida. El tema dominante, aun en las mujeres, fue el fútbol, pero también se habló de la Aduana a favor y en contra. Mónica y su marido, Guido Parisier, ajenos al Mundial, comentaban emocionados que el lunes (por hoy), un chico que padece una grave enfermedad iba a cumplir su sueño de ser bombero. El cuerpo de Tres de Febrero ya le hizo un traje a medida; el niño se va a cambiar en el locker que le asignaron y va a partir en una misión con ellos. Mirtha Legrand escuchaba atenta el relato y dijo que eso la reconfortaba porque no soportaba las escenas que veía en televisión, aunque reconoció que dejó grabando el capítulo de la novela «Malparida», donde actúa su nieta Juanita Viale. También estaba Alejandra Radano, la cantante y actriz de musicales que triunfa en Europa. «Nunca vi a nadie sacarse tantas fotos... con su propia cámara», comentó irónico uno de los asistentes al verla fotografiarse con cuanta persona conocida o pintoresca aparecía.

La gala sobresalía porque el tema central no estaba relacionado con el fútbol, sino con una masquerade ambientada por Martin Roig, donde se premió a los mejores enmascarados que fueron Luis Lisanti, gerente del Alvear y su mujer, que lucieron unas máscaras cuasi transparentes hechas con cristales de Swarosky. Gino Bogani fue un enmascarado veneciano (un antifaz con plumas y dorados cubría su rostro). Como no habló en casi toda la noche, pocos lo reconocieron. También estaba Lily Sielecky, suegra del canciller Héctor Timerman. Betina Bulgheroni concurrió sin Alejandro que estaba engripado y seguramente ocupado con la venta de Pan American Energy, la empresa de la que quieren desprenderse los ingleses de BP, heridos en sus balances por el derrame de crudo en las costas norteamericanas. Otra presencia que alegró a los amantes de la ópera fue la de la soprano Virginia Tola, ganadora del concurso Plácido Domingo y que no para de triunfar en Europa. La cantante vive en Washington y actuó en «La Boheme», la ópera con la que se inauguró el Teatro Colón y se apresta a debutar en Don Giovanni el 13 del mes próximo. No faltó el juez de Casación Penal Mariano González Palazzo, que compró una mesa para toda su familia para festejar el cumpleaños de su hijo mayor. Marcelo Valsecchi, Isabel Bullrich, Alberto Schilling, Abel Jacubovich, el escribano de ShowMatch; Sonia Quelch, el diseñador Carlos Di Doménico, el odontólogo Carlos Cecchi, Karina Mazzocco y Jorge y Silvia Anzorregui, entre otros fueron espectadores del show del grupo de Peter Macfarlane que interpretó «Masquerade» y «Prima Donna» del musical «El fantasma de la ópera». La presentación cerró con un remix pop muy aplaudido de «El exultante giubilette» de Mozart.

Los vestidos largos poblaban la gala y dieron lugar a un incidente cuando un distraído comensal absorto en sus pasos de baile posó sus dos pies sobre la larga cola del vestido de una mujer que circulaba en la pista. Faltó poco para que la prenda se desprendiera. Los daños fueron menores que el enojo de la dama. Una mujer que tuvo que conformarse con una máscara de emergencia reclamaba porque la Aduana le había retenido un lujoso antifaz que había importado de Venecia y le costó 2.000 euros. Obvio: sus críticas apuntaron a Guillermo Moreno que traba todo tipo de artículos importados, hasta cubiertas para vehículos de alta gama. Alguien dio datos desconocidos de la labor de la Aduana en el caso de las drogas que iban en los containers de manzana que venían de Río Negro con destino a Barcelona.
La maniobra fue ingeniosa, porque los camiones siempre pasaban por el canal rojo en Río Negro, lo que les aseguraba que no iban a volver a ser revisados en el Puerto de Buenos Aires. El detalle es que la hoja de ruta indicaba que el camión no debía tardar más de 36 horas en unir el valle de Río Negro con el Puerto de Buenos Aires. Sin embargo, el viaje demoraba cuatro días. La maniobra fracasó por casualidad, debido a que un empleado cuando escaneó las manzanas, vio sombras. Cualquier otra persona no les hubiera prestado atención porque el cargamento había sido controlado en origen por la Aduana y el SENASA. Pero el empleado consultó con sus jefes y llamaron al juez Brugo quien ordenó abrir el container y aparecieron 200 kilos de cocaína entre las manzanas. Cuando comenzó la investigación el asombro fue grande porque la cabeza de la operación era José Mestre, propietario de una de las principales empresas operadoras del puerto de Barcelona, quien acaba de ser detenido. El tema sigue, dijo misterioso, el relator porque «la cocaína no se procesa más afuera. Ahora traen las hojas desde Bolivia y la fabrican acá. Brugo está atrás de una operación mayor».

Fue tan interesante el relato, que los comensales de esa mesa postergaron la apertura de la caja Bigbox que ganó uno de ellos y que consistía en una tarjeta de crédito para pagar una sesión de spa. Las Bigbox regalaban sensaciones, colores, placeres y emociones. El premio más grande fue el crucero por Grecia y Estambul que ganó Sandra Hiller. Como no faltaron personas del ámbito judicial, uno de ellos explicó por qué el Gobierno quiere levantar el secreto sobre hacer públicas las declaraciones del ex embajador argentino en Venezuela, Eduardo Sadous en el Congreso. La idea es que sirvan de prueba para los juicios que algunas de las empresas que operan con Venezuela le van a iniciar. Por caso, Palmat se presentó ante el juez Ercolini aduciendo que Sadous no puede tener conocimiento de cómo operaban ellos porque dejó su cargo en mayo de 2005, varios meses antes de la firma de los convenios. La presentación de los abogados se aferra a cada palabra dicha por el ex embajador para señalar «contradicciones» e «imprecisiones». Ni lerdo ni perezoso, el juez Ercolini mandó un oficio al Congreso nacional para que le hagan llegar la versión taquigráfica de la declaración de Sadous ante la Comisión de Asuntos Exteriores.

Al igual que las ferias más importantes del mundo, la porteña arteBA abrió sus puertas con una sucesión de preinauguraciones destinadas a que los distintos invitados puedan recorrerla con calma, casi en soledad. Para algunos clientes top del banco Citi, que realizó el miércoles la primera vernissage, la feria es un marco glamoroso para un encuentro social, pero entre ellos hay coleccionistas que consideran la cita imperdible para elegir las mejores obras, antes que otro se las lleve. El interés por el arte contemporáneo parece ser contagioso. Lo cierto es que para recorrer la feria con una copa de champán y bocaditos y también con una comida (porque se quedaron hasta los postres) estaban Woods Staton (McDonald's), Erica Roberts, Eduardo Gruneisen (El Ateneo), Eduardo Caride (Telefónica), Santiago Soldati, Eduardo Elsztain (IRSA), Luis Velo (Telefónica), Carlos Miguens (SADESA), Luis Schvimer (VISA), Guillermo Fiad (Duke Energy), Alejandro Estrada (Banco Privado), Mario Vicens (ABA); Ricado Fiorito, Carlos Fontán Balestra, Sebastián Bagó y David Lacroze. Se celebró allí la donación del Citi al Museo de Bellas Artes: un cuadro de Eduardo Stupía que compraron en la galería Jorge Mara por 25.000 dólares. Los entendidos, como el crítico de arte Roberto Amigo y el propio director del Bellas Artes, Guillermo Alonso, festejaban algo más que ese bellísimo cuadro: el Citi será el nuevo patrocinante de la institución y, desde ya, se esperan cambios. El presidente del banco, Juan Bruchou, estaba con Stephanie, su mujer, y rodeado de chicas lindas, como Alexandra De Royere, Teresa Calandra, Dominique Biquard, Anamá Ferreyra, Mora Furtado, Teresa Frías, Marta Minujín, y entre ellas, reinando: Nelly Arrieta, con un vestido de Gino Bogani que siempre la escolta.
Pero las fiestas de arteBA recién comenzaban. El jueves, antes de que se apagaran las luces de la feria, los invitados corrían desde el estupendo palacete estilo francés de Teresa Bulgheroni en Barrio Parque, al piso de Dudu von Thielmann frente a la Nunciatura. Entre una y otra comida estuvieron la poderosa coleccionista de arte latinoamericano Ella Fontanals Cisneros (prima del venezolano Gustavo Cisneros, rey de los medios, que mandó un representante al almuerzo del viernes de Cristina de Kirchner con empresarios en Toronto), y Bebeto Chateaubriand, presidente del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, hijo de Gilberto, el mayor coleccionista de Brasil y nieto de Assis de Chateaubriand, un amante del arte apasionado, casi irracional. Bebeto contaba que Assis, su abuelo, no pudo convencer al presidente Juscelino Kubistschek de invertir en arte europeo que estaba a buen precio luego de la Segunda Guerra, e hizo el negocio por las suyas. Compró y mostró con gran éxito los cuadros en el Jeau de Pomme, pero en la víspera de la presentación en el Metropolitan de Nueva York, los galeristas a quienes debía millones de dólares le secuestraron los cuadros. Assis se encerró en el hotel y le escribió una carta a Kubistschek diciendo que se iba a suicidar; logró así que le firmaran una garantía y pudo exhibir la colección que hoy es la piedra fundamental del Museo de Bellas Artes de San Pablo. Estaban Adriana Rosenberg, Diego Costa Peuser, Alejandro Zaya, Cristina Carlisle, Ferdinando Bocca, Mercedes Avellaneda y Felisa Larivière.

Cada vernissage tiene su historia. La noche siguiente, al otro preopening de la feria, llegaron los políticos, mientras por los pasillos circulaba Moria Casán del bracete de Edgardo Giménez, y los nuevos compradores, Fito Páez y Manuel Antelo. En este ambiente, Macri está como pez en el agua, tiene a su hija, Gimena, que es muy buena pintora, y confía en «Terremoto», apodo que él mismo le puso a su galerista favorita: Florencia Braga Menéndez. El clima moderado de la feria se transformó de repente en delirante, había comenzado el desfile de moda que organizó el galerista Daniel Abate con el artista Sergio de Loof, donde desfilaron coleccionistas de lo más distinguidos, como Mauro Herlitzka. Antes del corte de cinta inaugural, Macri, Hernán Lombardi y Fito Fiterman, comentaban la ausencia de Cristina de Kirchner (antes la acompañaban Enrique Albistur y Alberto Fernández). El secretario de Cultura nacional, Jorge Coscia, protagonizó la tarde siguiente un polémico debate con Lombardi, «interesante», aseguraban «si Santoro, el artista de la gesta peronista encargado de moderar, los hubiera dejado hablar».

Vamos a terminar con un chiste enviado desde Sudáfrica por un argentino que viajó para ver el Mundial, y que jura que es una historia real. El hincha tomó una excursión que incluía pasar una noche en una cabaña en medio de la selva. A la mañana se despierta, y ve que en el árbol junto a su cabaña hay un tremendo gorila, que amenaza entrar por su ventana. En pánico, llama a la guardia y de inmediato llega un guardabosque con una escopeta en la mano. El agente de seguridad, además, viene acompañado de un feroz perro doberman al que lleva con una cadena. El guardia encara al argentino y le dice:

-Mire; esto es lo que voy a hacer: me voy a trepar al árbol, espantar al gorila, y cuando se baje, el perro lo va a agarrar de los testículos y no va a soltarlo hasta que lo encadene. Ahora, agarre la escopeta. ¿Sabe usarla?

El argentino, sorprendido, toma el arma y pregunta:

-Sí, claro, sé cómo usarla, pero ¿para qué me la da?

-Y, porque a veces los gorilas son jorobados, y muchas veces me tiran ellos del árbol a mí, y no al revés...

-¿Y si pasa eso, qué hago? ¿Le tiro al gorila?

-No, al perro...






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