martes, 20 de julio de 2010

Charlas de quincho

Escalas inesperadas en viajes extensos, durante los cuales el país se modificó en más de un aspecto. De regreso de China, la comitiva presidencial habló de los cambios que se avecinan en la diplomacia (Londres, Washington, Montevideo, Berlín) y del «matrimonio igualitario» (como le gusta al kirchnerismo denominar al matrimonio gay). También -con alegría, claro-, de los problemas que le genera al jefe de Gobierno porteño la confirmación de su procesamiento. En un restorán de la Costanera, un grupo de adláteres del político procesado se dolían del abandono que sufrieron por parte de algunos que los habían defendido hasta horas antes de conocerse el fallo. El acto de la AMIA puso frente a frente a Kirchner y a Cobos, algo impensable hasta hace poco, pero hubo revelaciones de un juez que sorprendieron. Veamos.



Carlos Bettini
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Una semana viajera como pocas antes dejó exhaustos a los actores que trataron de reponerse en largas siestas en diversas sedes, después de viajes de superficie con apartes secretos, que trataron de no revelarle a nadie. ¿A qué fue Cristina de Kirchner el viernes por apenas ocho horas a Madrid, ocupando una habitación con servicio de cena para dos personas, en no anunciada escala del viaje de regreso de China? ¿Qué hizo Mauricio Macri ayer en Miami antes de embarcarse de regreso a Buenos Aires, en escala a la vuelta de República Dominicana, en donde se enfureció por el fallo de la Cámara que le confirmó el procesamiento y pone en riesgo su futuro político? Parece mentira que hayan cambiado tanto las cosas en la Argentina con tantos protagonistas ausentes -se pueden casar personas del mismo sexo, trastabilla una de las patas del sistema político porque lo mandan a juicio por un crimen que él dice no cometió-, porque esas noticias ocurrieron con otras gentes fuera del país, como Federico Pinedo y Jorge Triaca en no menos misterioso viaje a Italia para enlazar la Fundación Pensar, think tank y clink caja de PRO, con la que sostiene a Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados de Italia y hoy opositor principal de Silvio Berlusconi. Un revoleo de fundaciones lo llevó a Eduardo Duhalde a Madrid, en donde examinó una propuesta para crear una sede peninsular del Movimiento Productivo Nacional, quizás para dar un toque de atención para la solución argentina de los problemas españoles, que son crueles y muchos. También tomaron distancia de estas costas Ramón Puerta (en París, aprovechando las vacaciones legislativas de dos semanas) y Ginés González García también en Roma, pero en descanso anual.

Menos mal que sostuvieron el tejado por aquí Néstor Kirchner, activísimo la madrugada del jueves atendiendo la votación en el Senado de lo que el Gobierno llama «matrimonio igualitario» (una cursilería, ¿o acaso los demás matrimonios no son igualitarios?) y Julio Cobos, jugueteando con un veto que hubiera sido un escándalo; el sábado colgó en Facebook una leyenda que decía que había mucha gente que le pedía vetase la ley del matrimonio de personas del mismo sexo, pero que no lo iba a hacer porque 1) lo habían votado las dos cámaras y 2) no quiere atentar contra las instituciones. Traducción: 1) está contra lo que votó el Senado en materia conyugal; 2) no veta porque no le da la gana ni quiere armar lío. Es fascinante cómo estos dirigentes se sinceran cuando se sientan ante el teclado y escriben estas confesiones que el público agradecería las pronunciasen en alta voz y en el momento oportuno. Pero la sinceridad -como la lealtad- es un recurso escaso en la política criolla.

Esa escala en Madrid, que la Presidente dedicó a una misteriosa comida con Carlos Bettini, uno de los amigos más viejos que tiene en la política -se tratan desde que compartieron en su adolescencia más de un tercer tiempo; él era un jugador de rugby notable en La Plata, antes de comprometerse con la insurgencia peronista; ella era barra en los campeonatos juveniles de ese deporte antes de comprometerse con la ciencia jurídica; la política vendría mucho más tarde-. En ese tiempo, Julio De Vido firmó algunos acuerdos para traer vagones de tren de segunda mano al país, y Héctor Timerman le impuso a Enrique Iglesia, organizador de la cumbre de mandatarios de Mar del Plata, las condiciones para que el Gobierno sea huésped pacífico. No se sabrá durante un tiempo lo que hablaron Cristina con Bettini, personaje que cada vez que aparece dispara especulaciones sobre cambios de gabinete: es candidato permanente a jefe de Gabinete, ministro del Interior, canciller, a ir a otra embajada con más vértigo, como Washington o Montevideo, pero sigue firme en la embajada de Madrid.

Esa escala quebró la larga siesta que había ganado al pasaje desde que arrancó el Tango 01 en Shanghái: víctimas del sopor en ese largo tramo, los integrantes de la comitiva se animaron recién en el tramo Madrid-Buenos Aires. Lo hicieron no para jugar al truco, sino para devanar las noticias sobre Macri y las bodas «igualitarias». Para esto, sólo brindis por la habilidad del Gobierno para apropiarse de un proyecto de Vilma Ibarra y la bancada socialista. Algo que recordó Miguel Pichetto en los minutos previos a la votación del jueves a la madrugada, como previniéndose de un resultado adverso; dijo: «La Presidente, en realidad, casi no ha hablado de este tema». Esa frase fue examinada como de una cautela poco kirchnerista y por eso Cristina hablará del tema todo lo que pueda desde hoy.

El golpe a Macri conmovió más que todo porque el procesamiento hace tambalear a uno de los pilares del escenario político. En el grupo de ministros, legisladores, intendentes y demás entornistas que volaban hacia Buenos Aires, nadie se animó a dar a Macri por muerto, pero tampoco nadie -como en el macrismo- dijo cómo va a hacer para salir de este brete complicadísimo. Ni los antimacristas más rabiosos del Gobierno pensaban que el fallo de la Cámara pudiera salir por unanimidad, lo que hace más serio el golpe y justifica que le corran el banquito los radicales y Elisa Carrió, que lo habían sostenido hasta el primer procesamiento. El kirchnerismo, además, se había preparado hasta ahora para confrontar con este conservador que es Macri un ejercicio muy eficaz para el oficialismo, que hace músculo escrachando a derechistas (sean políticos, militares o cardenales).

Si Macri entra en cuarto menguante, tendrá que resetear toda su estrategia para ponerse en contra de adversarios a los que prefirió hasta ahora ignorar, como Eduardo Duhalde o Francisco de Narváez, a quien Kirchner llama «el tatuado» y de quien le duele todavía la derrota que le infligió el año pasado. Es decir, un escenario más crudo que el que transitaban todos alegremente, hasta el propio Macri, quien sostenía que él sería candidato a presidente porque lo vendría a buscar todo el peronismo disidente a falta de un postulante mejor. Claro que el grupo que venía en el avión se ensañó con la figura de Macri con frases como «tendría que renunciar» con los mismos argumentos que repite Aníbal Ibarra: «A Ibarra le hicieron pelo y barba -es decir, comisión investigadora, juicio político y destitución- sin que lo hubieran siquiera llamado a indagatoria». En los dos temas, como se ve, no agregaron mucho estas especulaciones de alto vuelo buscando resaltar lo que le conviene al Gobierno, algo obvio.

Sí hubo algo más en materia de apuestas sobre cargos por cubrir en el Gobierno. Recordaron un dato que adelantó este diario ya hace tiempo, que José Nun no va a ser embajador en Londres; no por él, sino porque el Gobierno no quiere tener un representante en ese nivel ante Gran Bretaña hasta que no haya corrección -algo impensable- en el plan de ese país para Malvinas. La novedad tiene una dificultad: nadie del Gobierno puede localizar a Nun para avisarle que se quedó sin empleo. Por eso se apela a este medio para que dé señales de vida, no para que lo llame al canciller Timerman, que declaró ayer por Twitter que se quedó sin internet (se la provee una empresa del monopolio) y está cambiando sus teléfonos. Nunca, además, vendió su dúplex de la calle Cerviño, y la última señal de vida la dio desde los Estados Unidos (Nueva York, más precisamente), país en donde tampoco hay embajador, pero al que tampoco irá él.

En ese viaje supimos también que Victorio Tachetti, de buenas relaciones con Cristina, pero no tan buenas con el nuevo canciller, está confirmado para Alemania, a cuyo embajador, Guillermo Nielsen, se le pidió la renuncia y ya la presentó. Tachetti seguramente tendrá pronto el plácet y el acuerdo -es un hombre del veteroperonismo que preexiste al kirchnerismo, fue hombre fuerte de la Cancillería Di Tella como jefe de personal, también gravitó en la era Duhalde-Ruckauf- porque deberá preparar la llegada en octubre de la Presidente a la Feria del Libro de Fráncfort, donde la Argentina es invitada especial y se ofrecerá un despliegue de actos, farras y saraos que requieren un profesional como él (ese viaje incluye una gira de Cristina por varios países más, pero ya no es tema de Tachetti). En el viaje, con Julio De Vido presente, todos fueron cautos a la hora de comentar la campaña periodística que señala a Elsa Kelly, embajadora radical jubilada, como postulante a la embajada que dejó Timerman en Wa-shington. Se contó en ese vuelo que Kelly se dijo la primera sorprendida ante esas noticias y que pidió una entrevista con alguno de sus superiores, que temen recibirla porque el solo hecho de que ingrese a un despacho puede ser entendido como una confirmación. A esta ex diputada nacional por la UCR se le atribuyen buenas relaciones con De Vido porque fue la sherpa de la Argentina en la cumbre nuclear convocada por Barack Obama a la que fue este año Cristina de Kirchner en uno de los viajes más importantes de lo que va de su mandato. El desconcierto es porque una radical tan connotada representando al Gobierno en Washington levantaría nuevas fantasías transversales; De Vido calla porque le viene bien, como a cualquiera, que le atribuyan maniobras tan audaces, y los diplomáticos se consuelan porque después de todo la «casa» (o sea, la Cancillería) está considerada como un ministerio radical dominado por activos y pasivos (en cuanto a su estado de revista previsional, se entiende) que pertenecen a la UCR.

Menos hermético fue el grupo que discutió estas naderías sobre quién puede ser el futuro embajador en Montevideo, vacante desde hace un año. El entorno presidencial afirma que no hay nombre todavía, pero dicen acertar en el perfil: será un político, del ala progresista, seguramente del socialismo (aunque progresista socialista se parezca mucho a un oxímoron). La idea es halagar a Pepe Mujica -un crítico del peronismo, algo que admite en público y en privado- y, además, quebrar cualquier posibilidad de unificación del socialismo en un frente opositor que se alíe con los radicales en las elecciones del año que viene. La conducción oficial de ese partido está en manos del sector opositor de Binner-Giustiniani, y del otro lado quedan pocos nombres. Algunos hablaron del propio Jorge Rivas, hoy diputado, y que ha regresado a la actividad después del largo tratamiento al que se lo sometió por las heridas que sufrió en un asalto en diciembre de 2007. Es un símbolo de entereza y, además, lidera a otros socialistas que están en cargos que no quieren dejar por una embajada, como Oscar González (ya tiene despacho en Casa Rosada como enlace parlamentario con el Gobierno) o Ariel Basteiro, sindicalista que se ocupa de manejar junto con Rivas el bloque partidario. Para esa designación han caído las acciones de Chacho Álvarez, que es lo más parecido a un socialista progresista en el peronismo que gobierna.

Entre las bromas de la delegación hubo un enigma. ¿Quién es el ciudadano argentino, ex funcionario del menemismo, que se aposentó en una guardia a las puertas del hotel Saint Regis en donde se alojaba la delegación argentina? Intentó varios asaltos sobre la cabeza de la comitiva pidiendo una entrevista urgente con Cristina de Kirchner. Nadie pudo identificarlo; por eso nunca tuvo la entrevista, por más que insistió casi todos los días. Abundaron así anécdotas sobre Franco Macri, gestor de negocios entre la Argentina y China, quien también se acercó a miembros de la comitiva pidiendo que en las reuniones se sacaran algunos temas. ¿Eso está en agenda?, le preguntaban, sabiendo los argentinos que los chinos son muy rigurosos en respetar las minutas previas a las reuniones (se enojan cuando los visitantes introducen temas fuera de agenda). No, respondía Macri, eso lo tienen que sacar ustedes.

Elogiaron los funcionarios criollos no sólo sus pronunciamientos kirchneristas sino el ánimo con que encara su rol de comisionista de grandes negocios, como la provisión de equipos para la línea Belgrano Cargas a cambio de una comisión del 4%. Un detalle: la única empresa que mencionó el premier Hu Jintao en la reunión con la Presidente fue el Belgrano Cargas. También se rieron sobre los problemas de traducción porque a la intérprete la proveyó el Gobierno chino y algunos no estaban seguros de que transmitiese lo que los funcionarios querían decir. En la embajada de Pekín aseguraban que era muy fiel esta bella china que vivió 18 años en la Argentina antes de regresar a su país.

Poco en materia electoral, salvo las señales que mandó Daniel Scioli antes de partir hacia Italia -es el otro viajero de la semana-: le llegaron encuestas que le hacen cambiar sus perspectivas porque después de tres meses empieza a superarlo a Francisco de Narváez en intención de votos para las elecciones a gobernador. Venían empatados, pero una muestra de Julio Aurelio le dio 5 puntos arriba, y ahora, otra de Poliarquía lo da 9 puntos por encima de su desafiante. La intención de Scioli es llegar al verano como «el candidato» (más allá de las mortificaciones de Olivos de someterlo a una interna controlada con Sergio Massa) y poder cerrar el año del Bicentenario en un megaacto para inaugurar el techo del estadio único de La Plata. De ahí a Mar del Plata, usina de todos sus proyectos en donde piensa pasar el verano, siempre de campaña, siempre.

Anotarse debe, entre los misterios del fin de semana, qué hizo ayer Mauricio Macri en Miami, en escala para el regreso a la pelea de hoy. Hubo bronca en las palabras que mandó a Buenos Aires el jueves, cuando se enteró del segundo procesamiento pero no dio ninguna indicación, con lo cual sus escuderos, reunidos el viernes a la noche en la parrilla Rodizio de la Costanera, se sintieron liberados para opinar estrategias. Judiciales no parecen quedarle muchas, pese a que en ese grupo estaba Federico Pinedo, comandante del equipo de abogados que analiza las sentencias e intenta coordinar las defensas. Todos siguen pegados al primer dictamen de que es una pelea política contra Kirchner que controla la Justicia; esa noche estaban los jefes del PRO de todas las provincias, quienes celebraron mientras devoraban el espeto corrido -junto a Gabriela Michetti, Esteban Bullrich, Jorge Macri, José Torello y otros- que el partido ya tiene inscripción en quince distritos y que en pocos días tendrá los papeles en cuatro más.

¿Basta tener las carpetas en orden para remontar este revés judicial? El grupo recibió como un balde de agua fría el dictamen de Elisa Carrió sobre que la sentencia de la cámara es «impecable»; también el resultado de la ronda de consultas que hicieron los jefes radicales por teléfono ese mismo viernes (Ernesto Sanz, Gerardo Morales, Oscar Aguad, Ricardo Alfonsín, Ricardo Gil Lavedra) que se resume en este lema desalentador: hasta aquí llegó nuestro amor, lo defendimos a Macri en primera instancia porque sabemos que detrás de esto está el Gobierno, pero ahora Macri es quien tiene que dar las explicaciones. Esa posición la tomaron los radicales presionados por los dos legisladores del partido en la Capital, Claudio Presman y Rubén Campos, que pudieron ese silencio porque quieren votar mañana (o cuando se haga la sesión especial) a favor de la formación de una comisión investigadora. «Ni se les ocurra decir nada a favor de Macri», fue el pedido que acató la cúpula radical.

Con el partido armado en todo el país muchos esperan asustar al Gobierno y a los jueces, siguiendo esa percepción en la que insisten los fogoneros de un acuerdo del peronismo federal o disidente con Macri, que ha resistido que se concrete. «Si Mauricio habría cerrado con el resto del peronismo ningún juez se hubiera animado ni a mencionarlo», dice esa opinión. Macri responde que lo persiguen por ser un candidato a presidente con chance, algo que no tienen los demás «disidentes».

Más en lo prosaico, se preguntaban esa noche los macristas en Rodizio sobre la suerte de los «plumitas» (policías de la rama de inteligencia) que se transfirieron de la Federal a la Metropolitana. Según los que saben, son unos 130 azules que se pasaron a la fuerza cuadrillé (por las gorras que usa la Policía porteña) que sólo saben hacer inteligencia y que es difícil que se adapten a algunas tareas policiales menos heroicas, como controlar el tránsito o tomarles el test de alcoholemia a los choferes desprevenidos. Esa masa de agentes tiene preparación especial y en las fuerzas se les teme y se les reconoce cierta superioridad por sobre los demás. Alguien, con algún caldo de más, sugirió que había que darlos de baja, pero se le echaron encima: el daño que pueden producirle al macrismo 130 espías cesantes librados a la venganza sin freno puede ser peor que este procesamiento que tanto los angustia. ¿Quién quería a tanta gente de inteligencia? Nadie responde en el macrismo, que descree desde ya de lo que dice la cámara que dictaminó el jueves sobre que Macri estaba tan obsesionado por la inseguridad que creyó que la solución era crear un servicio de inteligencia propia.

Algunos de los presentes venían del acto en recordación de la tragedia del atentado a la AMIA, y trasladaron testimonios cercanos de qué se dijeron o no esa tarde el presidente en ejercicio del mando Julio Cobos y el ex presidente Kirchner. Se dieron, efectivamente, la mano, y se cruzaron un frío: «¿Cómo estás? ¿La salud bien?». El milagro, según uno de los radicales asistentes al acto, fue que se encontrase porque las custodias en esa fila del acto eran tan grandes que era imposible el contacto (arbitraron en la misma baldosa la custodia del embajador de Israel, Daniel Gazit, la de Cobos y la de Kirchner, entrenados para que nadie se le acerca a nadie). Kirchner llegó, como siempre, tarde y prefirió pararse junto a los ministros de su esposa; se perdió subir a la VIP del acto que estuvo en el 5° piso del edificio reconstruido de la calle Pasteur, donde el presidente a cargo se mezcló con Nito Artaza, Esteban Bullrich, el ministro Julio Alak y, entre otros, Eduardo Luis Duhalde. Allí tuvieron oportunidad de charlar con la estrella del acto, el juez español Baltasar Garzón, que también se mueve con una custodia importante porque es permanente blanco de las amenazas de atentados de la ETA, a cuyos jefes ha perseguido siempre. Este Garzón no es un cascabel, pero cultiva un aire jovial y a veces bromista con el cual corta un poco la gravedad de sus sentencias. Se rió con el procesamiento (con suspensión en el cargo) que le hizo un tribunal español por adelantar sentencia en una causa que inició para inculpar a jerarcas del franquismo por delitos de lesa humanidad. «La Justicia tiende a ser de derecha en todo el mundo», respondió sobre el tema, frase que un presente anotó para usar en la hora oportuna (¿le servirá a Macri en algún momento?).

Se interesaron en vano los que hablaron con Garzón sobre si este juez irá a trabajar, como estrella invitada, junto al fiscal de la Corte Penal Internacional Luis Moreno Ocampo. No respondió, pero uno de los más enterados de las internas judiciales globales explicó el interés de los argentinos por saber algo. Moreno Ocampo está siendo observado por organizaciones de derechos humanos por opiniones y dictámenes que ha avalado sobre la criminalidad imprescriptible de los actos terroristas. «Eso es una consagración internacional de la teoría de los dos demonios», advirtió un personaje de esas organizaciones en el piso 5 de la AMIA. Implicaría que algún tribunal internacional -de prosperar ese criterio- citase a juicio a algún terrorista jubilado argentino a dar cuenta de sus atrocidades, a la par de los jerarcas del terrorismo de Estado. Sobre este punto el juez español entretuvo a quienes esperaban que comenzase el acto con un chiste viejo sobre Augusto Pinochet (a quien hizo apresar Garzón en Londres hace más de diez años hasta que lo liberó la Justicia de ese país, que le negó la extradición a España para que lo juzgase por atrocidades chilenas). Imagina que antes de ser apresado lo invita a cenar Margaret Thatcher y lo lleva por el túnel que cruza el Canal de la Mancha hasta París, para homenajearlo en el restorán Maxims. Les sirven la comida y ella advierte que hay una mosca en la sopa y exclama: «¡Garçon, garçon!», frente a un Pinochet que, desesperado, le pide: «Déjelo así, me la tomo igual». Alguien quiso levantar la calidad del humor con un chiste alemán, es decir, literal y con gracia limitada, y dice que la empresa Volkswagen ha invitado a Lionel Messi a visitar la fábrica y mostrarle cómo se hace un... Gol. ¿Captaron? Garzón, entre tanta charla, aportó datos desconocidos de su biografía, como que fue albañil para pagarse los estudios y que fue también en un tiempo seminarista.

El día que se aprobaba la ley del matrimonio gay, algunos comensales de Casa Cruz acordaron que era un buen momento para tratar la ley de los glaciares, acosados por la insuficiente calefacción del lugar. Ese detalle no fue obstáculo para que el grupo, entre los que había un hombre del fútbol, contara las andanzas del empresario Guillermo Marín, quien representa a importantes jugadores del mundo en sus contratos de publicidad. Como en Europa, el jugador debe compartir con el club el 50% de todo lo que factura por publicidad; el rol de Marín es relevante. Entre sus clientes están Lionel Messi y David Beckham. En 2009, por primera vez, Messi superó al inglés en facturación. Fueron u$s 200 millones contra 110 millones. El Barcelona embolsó u$s 100 millones por esos negocios de Messi; por eso no sorprende el contrato que han hecho con el jugador. Por caso, Beckham ganó más que mejores jugadores que él por lo que aportaba a los clubes en materia de publicidad.

El relato agrega que Marín organizó el partido en Panamá entre «Messi y sus amigos» y «el resto del mundo». La presencia de Horacio Enrique, conocido como «el Ninja» y el ex custodio de Ricardo Fort, Tito Speranza, cuidando a Messi en esa oportunidad, no fue casualidad. Marín tiene negocios con Marcelo Tinelli y en sus planes está una pelea en el Luna Park entre «Acero» Cali, hombre a quien se lo ha visto cuidando las espaldas del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, y campeón de kickboxing, y «el Ninja». Será a la mejor de tres peleas y están arreglando detalles. Quien gane dos de los combates se llevaría una bolsa de más de un millón de pesos. Por lo pronto, «el Ninja» va a ser uno de los nuevos personajes de Tinelli. La presencia de Tito en Panamá es porque el conductor quiere mantener trabajando al ex custodio hasta que Ricardo Fort lo perdone y le permita volver al programa. Como el relato se iba desviando hacia lo farandulesco, el empresario les recordó a todos que el chocolatero con veleidades de cantante ha hecho que aumente la facturación del grupo familiar en la Argentina, lo que hace justificable que sea avisador de los programas en los cuales aparece.

Con los grandes hits del arte social y político de Antonio Berni, como las pinturas «Manifestación», «Desocupados» o «Chacareros», el Museo de Bellas Artes y su nuevo socio corporativo, el banco Citi, decidieron celebrar el vínculo que los une. Para comenzar, el Citi anunció durante el primer cocktail de la gran muestra del artista rosarino que patrocinará durante un año algunas de las actividades del Museo. Y ahora, les guste o no la pintura de Berni a los ejecutivos del banco, deberán frecuentar los encuentros didácticos propiciados por ambas instituciones, hasta convertirse en expertos en la materia.

En el brindis, la galerista Orly Benzacar, hija de Ruth, que supo vender «Desocupados» por la cifra récord de 800.000 dólares a un empresario local, aseguró que los bancos suelen ser buenos socios corporativos. Contó sobre su participación en Art Basel, la Feria de arte más poderosa del planeta, patrocinada por la Unión de Bancos Suizos, donde la galerista argentina abrió una cuentita para poder operar comercialmente en Europa. Dijo que apenas finalizó el trámite pidió la pulserita, una contraseña que les permite a los clientes de la UBS ingresar a un salón de Art Basel colmado de manjares. Así se enteró Benzacar de que la pulserita es sólo para quienes tienen cuentas y no «cuentitas» como la suya.

¿Quiénes serán los invitados a la inauguración del nuevo museo del magnate latinoamericano Carlos Slim, un habitué de las listas Forbes y gran amante del arte? A estas preguntas Adriana Vaccaro (Telmex-Claro) respondió que el nuevo museo Soumaya, en el DF de México, tendrá la forma de una escultura, pero todavía no está terminado.

Disfrutaba de los bocaditos de papines rellenos Graciela Molinelli, que fue abogada de Lily, la hija del artista. Aseguraban otros letrados que Molinelli habría posado para Berni, y que algún día va a publicar las cartas de amor que le habría escrito el rosarino. Los coleccionistas que prestaron sus obras para la muestra (Blaquier, Jozami, Helft) escoltaban las pinturas como soldados. No es para menos: los cuadros de Berni son una tentación para los ladrones de obras de arte: en 1983 se llevaron varias del taller de la calle Lezica; luego, por arte de magia, gran parte de la herencia de su hija quedó en manos del astrólogo Waldo Casal, y hace apenas tres años hicieron desaparecer un camión completo, con 15 cuadros.

Con su nuevo peinado con gel, el agregado cultural de la Embajada de México le contaba al director del Museo, Guillermo Alonso, que la consigna para asistir al cumpleaños del agregado comercial de la Embajada de Francia es portar en los atuendos los tres colores de la bandera francesa. Estaban con el presidente del banco, Juan Bruchou, el diplómático Sergio Baur, Claudio Stamato (Ledesma), Eduardo Stupía, Jorge Mara, Adriana Rosenberg, Adela Casal (Sothebys), Eugenia y Eduardo Gruneisen (El Ateneo), Marcelo Mindlin (Edenor), Cristina Carlisle (Christies) Daniel Novegil (Techint), Eduardo Caride (Telefónica), Cristiano Rattazzi, Agustina Blaquier, Teresa Frías y Santiago del Sel. Isabel Anchorena contó que va a abrir una galería con una gran exposición de Rómulo Macció, pero que el pintor se le escapó a España, y Nelly Arrieta, decidida a elogiar a Hernán Lombardi, que no llegó a la vernissage. Eliseo Subiela llegó con su hijo Eliseo Subiela Moglia, también artista, y con Ivo Cutzarida, Marcela Costa Peuser, María Socas, Laurencio Adot y Gino Bogani.

Vamos a terminar con un chiste conyugal. Dos ejecutivos, ambos casados, están en un bar compartiendo unos tragos después de la oficina. Uno le dice al otro:

- ¿Sabes que no sé qué más hacer para que mi mujer no me agarre llegando tarde a la noche? Cada vez que salgo y vuelvo a casa tarde, apago las luces altas una cuadra antes de llegar; corto el motor unos metros antes de la cochera y lo empujo adentro del garaje; después me saco los zapatos antes de entrar a la casa; subo las escaleras en puntas de pie, me desvisto en el pasillo y cuando entro al cuarto, pese a todas estas precauciones, ella está siempre despierta para gritarme ¡por qué llegué tan tarde!

Su amigo, cerveza en mano, lo mira y le dice:

- Querido; obviamente estás equivocándote con la actitud... Mirá lo que hago yo: llego a casa con las luces prendidas, el motor a full y quemando gomas. Entro a la casa y pego un portazo; después subo corriendo las escaleras, haciendo todo el ruido posible. Me siento en la cama como si fuera un terremoto, me saco los zapatos y los tiro desde ahí adentro del placard, me desvisto cantando «La Traviata», vuelvo a la cama, me arrimo a mi mujer, le agarro la cola con las dos manos y le pregunto: «¿Querés hacer el amor, cosita?» ¡Y está siempre profundamente dormida!






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