jueves, 8 de julio de 2010

La Nación sobre Telecom Italia: ¿periodismo o lobby?

Por Francisco Acevedo

En la Argentina, la mayor parte de los proyectos de lobby que se han presentado desde 1995 coinciden en la necesidad de crear en el ámbito del Congreso y del Poder Ejecutivo un registro de lobbistas. También se preveía en las iniciativas presentadas que aquellas personas inscriptas como asesores de empresas o fundaciones con la intención de influir en la elaboración de proyectos legislativos, programas de gobierno o la regulación de un servicio público no podrían desempeñarse paralelamente en el Estado, y en caso de actuar en los medios deberían avisar que se trata de un espacio asignado a un lobbista, o bien de un espacio de publicidad.
El proyecto de ley de lobby presentado en 1999 por el entonces presidente Carlos Menem preveía que la autoridad de aplicación del registro del lobby sería el Ministerio de Justicia y exigía que los funcionarios denunciaran ante el respectivo registro cada una de las reuniones mantenidas con asesores o influyentes externos al Estado.

El senador Jorge Yoma (PJ-La Rioja) intentó incorporar en 1999 en la ley de ética pública un capítulo destinado a la creación de un registro de traficantes de influencias. Pero esta iniciativa tampoco pudo ser aprobada.
Otro proyecto interesante presentado por el diputado de la UCR, Carlos Maestro preveía a la vez que pasados los 15 días de cumplidas las reuniones con funcionarios o legisladores para analizar un tema en particular, los lobbistas deberían informar con carácter de declaración jurada al Registro de Promotores de Causas los contenidos de las reuniones, los detalles de honorarios que reciben de sus empleadores y las autorizaciones de sus clientes para ejercer la actividad, entre otras cosas.

De todas maneras, está claro que la importancia de contar con una ley de lobby adecuada consistiría fundamentalmente en apuntalar la transparencia del sistema político, y de los medios.
Sin embargo hasta aquí 2010, nunca pudo prosperar una ley que regule y de marco a la actividad de cabildear tal la palabra correcta en español o hacer lobby.
Durante décadas hemos visto a periodistas promoviendo obsesivamente determinadas agendas, dándose vuelta en el aire, defendiendo primero una postura y luego otra opuesta. Hemos visto a periodistas insistir en las bondades de las privatizaciones, hemos visto a periodistas defender monopolios y hemos visto como esos periodistas se volvían multimillonarios. Tarea difícil con el sueldo aún del mejor pago de los periodistas.
Es que se trata de periodistas que no viven del periodismo, que han abandonado la profesión, donde se impone el análisis y la honestidad intelectual, para promover ideas algunas de ellas indefendibles no con la motivación de las convicciones o de la razón del sentido común, sino con la motivación económica de hacer lobby para determinado sector.
Así vemos a los editorialistas del diario La Nación, un diario que hace gala de defender la apertura, la desregulación, la libertad económica, desde una posición claramente liberal, aparece defendiendo la posición de Telecom Italia, propiedad de Telefónica de España,
Es interesante como desde la Nación vuelven una y otra vez sobre el tema y como, pase lo que pase sus opiniones reconocen una incondicionalidad absoluta hacia la parte italiana y una hostilidad creciente hacia la pata argentina de la empresa.
Seguramente ambas partes deben tener razón en algunos puntos, pero resulta indefendible que Telefónica de España sea dueña y competidora a la vez de Telecom.
Supongamos solo por un instante y para beneficio de este análisis, que Telefónica de España no tuviera control ni poder sobre Telecom Argentina, que solo hubiera comprado un porcentaje menor y solo nombrara algún director o un ejecutivo dentro de la estructura gerencial. Esta persona estaría escuchando, moviéndose, leyendo y enterándose de todo lo que tenga que ver con acciones actuales o en carpeta, a futuro de la empresa, ideas y proyectos sobre productos a desarrollar etc. Inmediatamente informaría de todo lo que se enteró a su accionista, que aunque menor, tiene papeles y derechos. Esto le permitiría a la competencia de Telecom Argentina, al único competidor de Telecom Argentina, utilizar información privilegiada para adelantarse a cualquier lanzamiento de producto, campaña, acción en general de Telecom Argentina y así dominar el mercado, destruyendo a Telecom Argentina y estableciendo un monopolio de facto, constituyéndose en un Neo ENTEL.
Se impone una ley que regule la actividad de Lobbing o cabildeo, por una cuestión esencial de respeto por el consumidor, por el lector que es engañado en su buena fe, creyendo que nlo que se dice o escribe es producto del análisis de los editorialistas de La Nación, y en realidad es producto de una actividad de lobbing. Mientras alguien hace una publicidad no tradicional, por ley debe informarlo, con los consabidos carteles que indican que “este es un espacio de publicidad” y no de información, la ley debería obligar a los editorialistas a aclarar que lo que escriben corresponde a una actividad de lobbing y no de información.
De esta manera estaríamos respetando al lector, avisándole que todo lo que sigue a continuación se dice desde el lugar del lobbista y no desde el lugar de un periodista.

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